Cierro la puerta después de darle un abrazo cálido a la última consultante del año 2018. Detrás de ella va un hilo de luz que me une a tantas mujeres….
Porque la mamá de su mejor amiga se atiende conmigo desde antes que existiera el balconcito…y a través de los años, nos fuimos sabiendo sin necesidad de presencias constantes.
Porque tantas amigas suyas juntaron cabezas alrededor de los “humos” en este lugar del mundo, sin tener idea una de las otras, hasta que “por causalidad” se enteraron que compartían este pedacito de mundo.
Porque todo se resume entonces en la palabra Encuentro.
Encuentro como el milagro de coincidir en un mismo lugar y que en un instante se devele el mapa de caminos recorridos que nos unieron.
Encuentro como tejido mágico de colores tan diferentes que convierten el instante en único, eterno, memorable.
Cierro la puerta a un año que mido por abrazos, por celebraciones, por sentir el concepto de Amor en una extensión que en mi vida había experimentado.
Un Amor que lo abarca todo. Que late en el corazón, que se ofrece, se recibe, se comparte, se reparte, se contagia.
Sobre la misma puerta que cierro, brilla la llama de las velas de los ángeles LLamadores de la Luz, se eleva la pasta alquímica de Adviento y sube el Gracias Gracias Gracias desde la panza. Que es el más sentido.
Sobre la misma huella comienza a dibujarse la nueva puerta que pronto se abrirá. Con una certeza…”Cada uno da lo que recibe…luego recibe lo que da”. En ese círculo sencillo y complejo, en ese equilibrio cotidiano elijo y me doy permiso para vivir y jugar el juego de la vida. A ese círculo están todos convocados en Paz , Armonía, Felicidad, Amor, Fe.
A todos los que llegaron porque era su momento. A los que veo todos los días en este lugar. A los que están repartidos por mi país y por el mundo y los llevo en el corazón. A mi querida hada de la agenda. A mi “Dream Team” de guerreros luminosos que enarbolan espadas junto a mí cuando les pido ayuda…gracias por estar en mi vida. Gracias por hacer el milagro. Gracias por Ser el milagro.
Bendiciones infinitas! Nunca estamos solas. Y hoy, como nunca acompañadas…
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos
